Van Halen y los M&Ms marrones
Miles de mitos y leyendas forman parte de la mitología del rock, y la historia de la banda Van Halen y los M&Ms marrones es una de mis favoritas.
En enero de 1984, la banda de rock pesado (para los estándares de la época) editó su quinto disco de estudio titulado MCMLXXXIV (1984), que se convertiría en un éxito inmediato, llegando a las posiciones más altas de todos los rankings, sólo superado por Michael Jackson.
El éxito del disco lanzó a la banda de gira por todo Estados Unidos, en una gran cantidad de shows de una envergadura sin precedentes hasta aquel momento.
Jump – Van Hallen
MCMLXXXIV (1984)
Mientras tanto, la televisión, los diarios y las revistas de la época, mostraban a los rockeros como personas muy extravagantes, poco tolerantes, e incluso con comportamientos poco previsibles. En la leyenda aparecen como niños caprichosos en cuerpos de adultos, viviendo de excesos, y sólo interesados en pasarla bien.
El contrato para organizar un show de Van Halen era gigante, del tamaño de la guía telefónica china, según palabras del propio David Lee Roth, cantante de la banda. Era un documento con muchísimas especificaciones técnicas: luces, sonido, escenario, y también importantes medidas de seguridad.
Perdido en el medio del contrato se indicaba que en los camarines debía haber un tazón de M&Ms, pero sin los marrones. Si el organizador del show incumplía este requisito, el contrato se cancelaba, debía devolver el dinero de las entradas, pagar a los músicos y todos los gastos.
Sucedió posiblemente en Santa Fe, Nuevo México (según recuerda David Lee Roth), que en el camarín, la banda encontró M&Ms marrones.
Parece ser que hubo algunos destrozos menores por parte de los músicos, pero las noticias reportaron el hecho como los incomprensibles destrozos causados por la banda por la presencia de M&Ms marrones.
En aquella época, incidentes como este sólo alimentaban el mito, y los músicos no tenían ningún problema en seguir alimentándolo. Hoy se sabe que los M&Ms marrones no eran ningún capricho, eran un indicador con el que la banda podía darse cuenta con facilidad si el organizador del show había leído el contrato completo, y si estaba dispuesto a cumplirlo hasta en los más mínimos detalles. En una gira de esas proporciones, los músicos no podían chequear todo, pero si encontraban M&Ms marrones en los camarines sabían que, como mínimo, debían chequear que todos los elementos del show eran seguros y funcionarían correctamente.
El escenario montado en Santa Fe, donde encontraron los M&Ms marrones, tuvo problemas estructurales y se hundió 15 centímetros. Los pequeños destrozos de David Lee Roth en el camarín sólo eran parte del show, lo importante era que no era seguro hacer el show en esas condiciones.
Los pequeños detalles son más importantes que lo que pensamos.