La Sexta de Beethoven: un día en el campo, pero ¿qué día?
No hay sinfonía de Beethoven que nos haga sonreír tanto como la Sexta; no nos va a sacar una carcajada como podría pasar en otras mucho más graciosas, pero nos mantiene siempre de buen humor. De hecho, si uno va a escuchar música mientras hace alguna otra cosa (uno debería prestar atención a la música y no hacer otra cosa mientras la escucha, pero vamos… ¿quién no pone música de fondo en su vida?), esta es la sinfonía adecuada; confieso que es la música que escucho mientras ordeno mi estudio (y cuando lavo los platos también).
La Sinfonía N6 en fa mayor, op. 68 “pastoral” de Ludwig van Beethoven (1770-1827), estrenada en el concierto más recordado de la historia, en el Theater an der Wien en 22 de diciembre de 1808, está subtitulada con “Recuerdos de la vida campestre”. Muchas veces se habla de ella como “un día en la campiña”, pero, ¿de qué día estamos hablando?
Hoy quiero mencionar algunas pocas curiosidades de la Sexta.
Para empezar, es la sinfonía más específicamente programática de las nueve que compuso Beethoven. Aquí, se está haciendo referencia a lugares y situaciones extra musicales. Podemos decir que es una obra impresionista: el autor se nutre de las impresiones que recibe de su entorno y los usa como inspiración para componer la obra.
Cada uno de los 5 movimientos (es la única sinfonía de Beethoven con 5 movimientos, todas las demás tienen 4) tiene un título con una referencia a algo extra musical:
- I – Despertar de alegres sentimientos al encontrarse en el campo
- II – Escena junto al arroyo
- III – Animada reunión de campesinos
- IV – Relámpagos. Tormenta
- V – Himno de los pastores. Alegría y sentimientos de agradecimiento después de la tormenta
Sinfonía N6 en fa mayor, op. 68 “Pastoral”
Ludwig van Beethoven (1770-1827)
La música programática del romanticismo que siguió a Beethoven toma como referente a la Sexta, en particular el cuarto movimiento, la tormenta.
A partir del tercer movimiento, en el que se escucha la reunión de campesinos, bailando y pasándola bien, los tres movimientos finales están unidos. Lo hizo también entre el tercer y cuarto movimiento de la Quinta, estrenada más tarde, esa misma noche de 1808; Beethoven quiere que la acción no se detenga, que no haya pausas y distracciones.
Con respecto al buen humor que predomina durante toda la obra (podemos exceptuar el cuarto movimiento, la tormenta), ¿cómo lo consigue? Beethoven baja el nivel de conflicto que contiene la obra. En la Quinta, el motivo central (el Ta ta ta táaaaaa) es transformado de mil maneras distintas durante toda la sinfonía. En la sexta, los temas son repetidos, pero no son desgarrados; el primer movimiento está en la habitual forma sonata, pero los dos temas no son contrastantes, son bastante cercanos en carácter, no tienen la diferenciación necesaria para una verdadera competencia, en definitiva, no generan conflicto.
Beethoven usa la repetición casi hasta el punto de la monotonía. Hay melodías que repite idénticas, apenas con algunos cambios poco perceptibles. Hay quienes dicen que está describiendo a la naturaleza, cada una de esas repeticiones es un árbol, todos parecidos, pero diferentes. Está jugando con los arquetipos de Platón, tal vez. ¿Dónde estará la arboreidad?
Hay mucho más en la Sexta, pero hay que escucharla, por eso prefiero dejar acá. Sólo queda saber ¿de qué día estamos hablando?
Durante el quinto movimiento escuchamos el Himno de los pastores. El himno, y el agradecimiento, suena a misa del domingo a la mañana. El sábado salimos a bailar, se complicó todo por la tormenta, y el domingo vamos a misa a agradecer que seguimos vivos. La Sexta ocurre entre el sábado a la mañana y el domingo al mediodía. Hasta donde recuerdo, la Sexta es la única sinfonía que hace referencia a un día específico de la semana (bueno, podríamos hablar de las obras compuestas específicamente para semana santa, o para misas en general, pero acá estamos ante una obra que no es directamente religiosa).
El final de la Sexta, es tan sólo el final de un fin de semana cualquiera, nada épico, nada particular. Llegó el sábado, paseamos, admiramos la naturaleza, nos juntamos con amigos, la pasamos bien, bailamos, justo hay una tormenta, pero pasa, vamos a misa, y bueno, nada, en unos días vendrá otro fin de semana.
Ahora ya saben, ordeno mi estudio y lavo los platos los sábados.