La Academia Real de París y la mano invisible
El 20 de enero de 1648 se funda la Academia Real de Pintura y Escultura en París.
Luis XIV quería trasladar la corte a Versalles, que por aquel entonces era un palacete de caza. Creando la Academia Real, estaba generando un monopolio artístico: la Academia formaría a los artistas según los valores estéticos oficiales, daría trabajo a los mejores y dejaría de depender de los artistas y los materiales extranjeros.
Aquí aparece Charles Le Brun (1619-1690), pintor nacido en París que desde los 15 años pintaba para el Cardenal Richelieu. En 1662 Luis XIV lo nombró Premier Peintre du Roi (Primer Pintor del rey). Tuvo varios cargos en la Academia, hasta que fue nombrado director en 1683. Considerado por Luis XIV como el “mejor pintor francés de todos los tiempos”, Le Brun se convirtió en el dictador del arte de Francia y controló desde la formación de los artistas hasta lo que se producía. Su estilo, al principio personal, pasó a ser un estándar que dominó el arte francés durante siglos. Al poco tiempo era difícil diferenciar las obras de diferentes artistas.
¿Qué tiene que ver la historia de la Academia Real con la creatividad y con la música? Para empezar, no estaría mal trasladar las contradicciones que plantea la existencia de un arte oficial a las creaciones que estemos haciendo. ¿Estamos creando dentro de un paradigma oficial? De ser así, ¿quién establece el paradigma?, ¿se puede salir de ese paradigma?, ¿es valioso lo que se produzca dentro del paradigma?
Cada uno tendrá su opinión, y me interesa conocerla, pero más allá de las respuestas, plantearse la pregunta es muy valioso. La pregunta no debe paralizarnos, pero debe ubicarnos. Si compongo siguiendo los gustos de alguien, es mejor saberlo, y si compongo lejos de los gustos dominantes, también. Cada opción tiene sus beneficios y su precio, así que es mejor saber cuál se quiere pagar.
Marche Pour la Cérémonie des Turcs (1670)
Jean-Baptiste Lully (1632-1687)
Louis XIV – Charles le Brun