Humor en la Segunda Sinfonía de Beethoven
El mes pasado nos descostillamos de la risa con la primera sinfonía de Beethoven, y aunque me encantaría seguir bien arriba, no es tan sencillo. No es tan sencillo encontrar humor en su segunda sinfonía; y analizar el contexto en el que fue escrita, nos puede dar información contradictoria que nos puede tentar a sacar conclusiones equivocadas.
La Segunda fue escrita entre 1801 y 1802, y estrenada en abril de 1803, una época crítica para Beethoven. Si bien su progresiva sordera ya había comenzado a aparecer unos años antes (no va a quedar sordo definitivamente hasta 1817), es la época en la que empieza a compartirlo con su círculo íntimo, señal de que empieza a contemplar la idea de que su situación no va a mejorar, al contrario, sólo puede empeorar.
En una carta a su amigo de la infancia, el doctor Franz Gerhard Wegeler, llena de detalles que nos hablan de cómo era la vida de Beethoven por aquellos días en Viena, le confía el secreto (lee la carta completa):
“a grandes rasgos no me va nada mal. Ya que desde el año pasado Lichnowsky quien, aunque lo encuentres difícil de creer, fue siempre y todavía es mi más cálido amigo (por supuesto que hemos tenido pequeños contratiempos, pero que solo han fortalecido nuestra amistad) ha dispuesto para mi una suma fija de 600 gulden, con la que puedo contar hasta que consiga un puesto adecuado. Mis composiciones me producen un buen monto; y puedo decir que tengo más encargos de los que puedo cumplir. Es más, para cada composición, puedo contar con seis o siete editores, y mas si los quisiera; la gente ya no llega a acuerdos conmigo sobre precios, yo decido mi precio y ellos pagan. Por lo que ves me encuentro bastante agradablemente situado. Por ejemplo, si veo a un amigo en necesidad, y mi monedero no me permite ayudarlo inmediatamente; bien, entonces lo único que tengo que hacer es sentarme y componer, y en un corto tiempo puedo acudir en su ayuda.
También, me encuentro viviendo más económicamente de forma más sensata de lo que solía hacerlo; y si me quedo a vivir en Viena, no tengo dudas de poder conseguir un día por año para un concierto. Ya he dado algunos conciertos. Pero ese demonio celoso, que es mi desgraciada salud, me ha puesto un feo palo en la rueda; y la cosa es así: que por los últimos 3 años mi oído se ha ido debilitando más y más. El problema supuestamente ha sido causado por la condición de mi abdomen, que como sabes siempre me ha molestado, inclusive desde antes de dejar Bonn, pero que se ha vuelto peor en Viena, donde he sido constantemente atacado por diarrea y por lo tanto por una extraordinaria debilidad.”
Nótese que Beethoven, según lo que le decían los médicos, adjudica su sordera a problemas estomacales.
Las contradicciones en el análisis del contexto de las que hablaba tienen que ver con que, si bien Beethoven atraviesa una crisis, como suele pasar con muchos artistas, y en especial con los músicos del período clásico, sus angustias no suelen aparecer en su obra. Beethoven puede estar atravesando sus días más oscuros, pero su música puede ser alegre, o positiva.
También me gustaría hacer referencia al Testamento de Heiligenstadt, escrito en mayo de 1802. El testamento es una carta de despedida, previa a un suicidio que nunca ocurrió, que encontraron entre los papeles de Beethoven después de su muerte en 1827. Desde mi punto de vista, pese a la fecha en que fue escrito, tiene más relación con la Tercer sinfonía, que con la Segunda. Vamos a dejarlo para otro momento.
Sinfonía N2 en re mayor, Op.36 (1803) – Ludwig van Beethoven
Christian Thielemann con la Filarmónica de Viena
Por eso, al escuchar la Segunda sinfonía, no encontramos esa oscuridad por la que estaba atravesando. Es Solemne, es positiva, tiene buen humor, aunque es difícil encontrar espacio para que haya chistes. ¿Es un músico profesional que compone música políticamente correcta? El Clasicismo es eso en esencia, música para el entretenimiento de la corte.
No, yo creo que Beethoven es mucho más que eso. Está atravesando una crisis, sí, pero también un momento de mucha confusión, de mucha incertidumbre. Tiene el mundo a sus pies, pero está amenazado por la peor catástrofe que un músico puede enfrentar: esa injusta sordera.
¿Cuál es el chiste?
Escuchen el 4to movimiento (28:34 en la interpretación de Christian Thielemann con la Filarmónica de Viena). Debo advertir que no es un chiste de muy buen gusto, pero es interesante. Es esa primera frase, 5 segundos y después se repite, un hipo, unas arcadas, y un revoltijo en el estómago, se interrumpe, y luego lo mismo. ¿Beethoven está haciendo un chiste con sus malestares estomacales? ¿y está confirmado por el mismo Beethoven? Parece ser que alguien se dio cuenta y se lo comentó al compositor. Dicen que nunca lo negó, dejando correr la leyenda.
A mi me parece muy interesante que, en esos días difíciles y confusos, Beethoven esté haciendo referencia a su sordera en su música. Lo hace de manera indirecta, a través de lo que él creía que era el causante de su problema, pero lo está haciendo.