Hoy se está haciendo la mejor música de la historia
Decir que hoy se está haciendo la mejor música de la historia puede ser una afirmación un poco exagerada. Para empezar, no existen rankings artísticos, nadie es mejor que nadie, cada uno hace su música según su sensibilidad artística, y según su contexto; y el público aprecia las obras también según su contexto. No me voy a extender en esto, sólo quería entrar en el tema con algo que resultara provocante. Sí creo que hay obras que tienen un valor que está dado por su relevancia y su trascendencia: tal vez, el mayor objetivo de un artista debiera ser que su obra sea importante para alguien.
A veces me pregunto qué músicos contemporáneos seguirán siendo relevantes dentro de 50 años, o 100 años. Después de un rato me dejo de preguntarme cosas y sigo disfrutando de su música, pero hay casos en los que uno detecta ciertas cosas que refuerzan la pregunta acerca del valor de determinadas obras en un contexto temporal mucho más amplio.
Pregunto sin rodeos: ¿la música de Tan Dun es tan genial como para ser uno de los músicos más importantes de estas décadas? Quisiera responderla dentro de 50 años.
Tan Dun
Tan Dun es un director y compositor contemporáneo, conocido mundialmente por la música de las películas El tigre y el dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon) por la que ganó el premio Oscar de la Academia de Hollywood (2000), y Héroe (Hero). Nació en la ciudad de Changsha, capital de la provincia de Hunan, en China, el 18 de agosto de 1957. De chico, le atraían los rituales que incluían música hecha elementos de la naturaleza, como rocas, troncos y agua.
El comunismo de Mao tomó el poder en China en 1949. Su relación con el arte en general, y con la música en particular, fue oscilante, por momentos permisivo, por momentos represivos, pero a fines de 1965, Jiang Qing, la cuarta esposa de Mao, comenzó una cruzada anti occidental, y otra vez el terror se desplegó por todos los sectores de la sociedad. Los conservatorios se cerraron y las orquestas cerraron. Los pocos compositores que continuaron trabajando no tuvieron libertad expresiva, se limitaban a mezclar el romanticismo de Tchaikovsky con escalas pentatónicas.
La situación de China hizo que Tan Dun se dedicara a cultivar arroz (de verdad, en la comunidad de Huangjin) en lugar de dedicarse a la música. Allí se juntó con algunos compañeros y aprendió a tocar los instrumentos de cuerda tradicionales de China. Por un accidente en un ferry en el que viajaban varios músicos de la orquesta de la Ópera de Beijing, Tan Dun fue convocado a formar parte de la orquesta como violinista y arreglador.
Mao murió en 1976, y los conservatorios reabrieron sus puertas. Tan Dun entró al Conservatorio Central de Música de Beijing en 1977. Tan Dun era un músico talentoso, con mucho potencial, pero por haber crecido durante la Revolución, desconocía toda la tradición occidental. Cuentan que, en su examen de ingreso en el Conservatorio Central de Beijing, le pidieron que tocara algo de Mozart: inocentemente preguntó a sus maestros: «¿Quién es Mozart?»
Su música
Tan Dun es uno de los compositores más originales que conozco, sus obras sorprenden, son muy imaginativas, y son directas. Tiene una especie de sentido del humor al estilo de Joseph Haydn, pero al cuadrado.
Tengo cuatro obras para destacar hoy.
Primero, Passacaglia: Secret of Wind and Birds (Secreto de viento y aves) (2015)
Segundo, Concierto para Orquesta de Cuerdas y Zheng (1999)
Yo siempre creí que la introducción más corta de la historia era los dos mi bemol con los que empieza la tercera sinfonía de Beethoven. Acá, Tan Dun tiene una introducción más corta aún: le pide a todos los músicos de la orquesta que den un pizotón.
Tercero, Concierto Para Orquesta (Marco Polo) (2012)
Y finalmente, su Poema Sinfónico sobre 3 notas, que tiene una historia muy llamativa. Tan Dun nos cuenta:
“Un día recibí una llamada telefónica del Teatro Real de Madrid. Estaban planeando una fiesta sorpresa por el cumpleaños setenta de Plácido Domingo, y me llamaron para preguntar si podía escribir una obra para la ocasión. ¡Al instante dije que sí! Desde que trabajé con Plácido en mi ópera El Primer Emperador, se ha convertido en uno de mis queridos amigos. Cuando imaginé la pieza por primera vez, me pareció que sería bueno usar el nombre de Plácido como parte de la música; cuando rapeas su nombre «Plácido», suena como LA SI DO. Usé las notas LA SI DO (A-B-C) para formar el tema musical del poema sinfónico. El comienzo de la pieza está relacionado con el comienzo de una nueva vida y, como en un sueño, se despliega con los sonidos de pájaros, incienso, viento y lluvia. Las campanas tubulares comienzan a sonar y aparece LA SI DO por primera vez. Este tema luego se despliega en una variedad de texturas: rap sinfónico, hip-hop instrumental y vocal, sonidos y piedras. En el transcurso de la pieza, los tambores industriales y los sonidos de las ruedas de automóviles se unen para representar el crecimiento de la naturaleza y la vida, y la evolución hacia ciudades y sociedades. El clímax irrumpe con el rap y los gritos de PLA CI DO y se apacigua con el canto y el estampado de pies cuando estas tres notas regresan a la naturaleza, al origen y al futuro. Afortunadamente al final, recibí ayuda del Audi Summer Festival en Shanghai para terminar la pieza y la llamé Symphonic Poem on Three Notes en la celebración de mi amigo Plá-ci-do.”
Dejo una nota publicada en El País de Madrid al día siguiente del evento: Queridísimo Plácido