¡Es tan graciosa la Tercera de Beethoven!
Un poco de respeto por una de las obras más importantes de la historia. Hagamos un breve resumen de lo que se puede leer en cualquier reseña enciclopédica, para después pasar a los detalles que sólo vas a encontrar acá.
Ludwig van Beethoven (1770-1827) compone la Sinfonía N3 en mi bemol mayor, op.55 («Heroica») entre 1803 y 1804, y la estrena en abril de 1805. La obra marca el comienzo del período Heroico de Beethoven, etapa en la que cambia para siempre la historia de la música. Es una época en la que parece dejar de tener en cuenta las convenciones y los buenos modales, y pasa a concentrarse en sus necesidades expresivas.
La Tercera cuenta la historia de un héroe (“cuenta” en términos abstractos, tanto como una pieza musical sin texto puede hacerlo) por lo que Beethoven piensa en dedicársela a Bonaparte, quien desde su punto de vista, encarnaba los ideales democráticos y anti monárquicos. Cuando Bonaparte se convierte en Napoleón al auto-coronarse emperador, Beethoven tacha la dedicatoria y dice “Entonces no es más que un simple mortal, ahora se va a creer superior a todos los hombres, ahora se convertirá en un tirano”. Finalmente tituló su tercera sinfonía en italiano: “Sinfonia Eroica, compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre”.
Hay mucho escrito acerca del héroe que escuchamos en la sinfonía, acerca de sus desventuras, su caída, su resurrección, la marcha fúnebre, etc, etc. Muchas de esas cosas son relativamente comprobables y muchas otras son sólo especulaciones. Dejaremos todo eso para otro momento, sólo quiero hacer una referencia más antes de que pasemos a la parte más divertida. De alguna manera es la Sinfonia Eroica el nacimiento de un nuevo artista, y para conocerlo más y comprenderlo mejor, recomiendo leer el documento que se conoce como el Testamento de Heiligenstadt.
Beethoven había ido a descansar a Heiligenstadt por consejo médico. Su progresiva sordera iba empeorando y, deprimido, planea suicidarse. Escribe un testamento en el que describe su situación y se despide del mundo. Luego lo guarda (el tipo no tiraba nada) y lo encuentran entre sus papeles décadas después cuando muere.
Ahora, conociendo estos detalles, uno entiende que el Héroe de la sinfonía nunca fue Bonaparte; aunque ni siquiera él lo supiera, el Héroe siempre fue Beethoven.
Un detalle más: unos diez años después, cuando ya había compuesto 8 sinfonías, le preguntaron a Beethoven cuál era su sinfonía favorita. Luego de pensarlo por un momento hizo referencia a la Tercera.
Ahora sí, un par de detalles que, pese a todo, pueden hacer que se mueva la comisura de algún labio.
Usamos como referencia la versión de Christian Thielemann con la sinfónica de Viena:
Sinfonía N3 en mi bemol mayor, op.55 («Heroica») (1804)
Ludwig van Beethoven (1770-1827)
1) (Desde 1:03 a 1:05)
La Tercera tiene la introducción más corta, potente y clara de la historia. Va directo al punto. Son sólo dos acordes de Mi bemol, directos, claros, sin ambigüedades. Es el héroe plantándose ante el desafío que está por comenzar; es el momento de decisión, frente a lo desconocido. Sus fortalezas y debilidades se verán más adelante; sus desventuras un poco más allá.
2) Para este hermoso detalle tenés que conocer el tema con el que empieza la sinfonía. Es la melodía que sigue inmediatamente a la introducción y que va hasta 1:58. Podés escucharlo un par de veces. De alguna manera (abstracta, como mínimo) es el héroe, sus fortalezas y debilidades.
Durante el desarrollo del primer movimiento, el tema central atraviesa, o es atravesado por muchas situaciones musicales, y llega a la recapitulación, transformado.
Quiero que escuches desde unos segundos antes de la recapitulación, por ejemplo, desde 13:00.
Parece ser que el ensayo previo al estreno fue muy complicado, es una obra muy compleja para la época. Cuenta Ferdinand Ries, alumno, amigo y secretario de Beethoven, que estaba allí junto al maestro:
“El primer ensayo de la sinfonía fue terrible, pero el corno, de hecho, llegó en el momento justo. Estaba de pie junto a Beethoven y, creyendo que había hecho una entrada incorrecta, dije: «¡Ese maldito corno! ¿No puede contar? Suena terriblemente mal». Creo que estaba en peligro de que me golpeara en los oídos. Beethoven no me perdonó durante mucho tiempo.”
En 13:33 el corno entra antes de que lo haga la orquesta. Muchos creyeron que era un error del corno, o un error en la transcripción de la partitura, o algo; pero lo cierto es que Beethoven lo quiso así, quiere que el corno haga algo que parezca ser una falsa entrada. Cada vez que lo escucho, me hace sonreír.
Ya que estamos por acá, ¿Qué diferencias encontrás entre el tema al principio de la sinfonía (entre 1:05 y 1:58) y esta versión en la recapitulación (entre 13:39 y 14:44)? ¿Solucionó el héroe sus “problemitas”?
3) Para terminar, ya sin pretender ninguna sonrisa, no puedo evitar recomendarte que sigas escuchando, y que prestes especial atención a la fuga de la marcha fúnebre del segundo movimiento. Sí, porque si en el primer movimiento tenemos una batalla musical sin precedentes en la historia de la música, tiene que haber consecuencias. Lo que sigue en el segundo movimiento (21:00) es una marcha fúnebre. ¿Quién murió? ¿Qué se perdió?
El Beethoven que nace (o renace) con esta obra, ha perdido muchas cosas, que seguirá perdiendo y jamás recuperará; es exactamente lo mismo que nos pasa a todos nosotros. Vaya uno a saber por qué, pero en momentos en así, somos muchos los que miramos hacia atrás, y si tenemos suerte, encontramos Johann Sebastian Bach. (Fuga: 28:30).