El dilema de la obra de Jackson Pollock
Dicen que Jackson Pollock cambió la historia del arte, pero sus obras parecen un enchastre de pinturas y cosas sucias que se cayeron sobre el lienzo. Al principio uno duda un poco (eso pasó hace muchos años), después te abrís a la posibilidad de que, en una de esas, haya algo especial. Más tarde empezás a entender, y ahí pasás al asombro.
Tuve la oportunidad de pararme frente a Autumn Rhythm (Number 30) de 1950 y ahí tuve la revelación. La obra es gigante, cuando la empezás a mirar de cerca te tira para atrás, primero necesitás mirarla de lejos. Desde ahí, vas percibiendo detalles que te acercan. Terminás con la cara a pocos centímetros del lienzo. Es un proceso que vas a hacer muchas veces y que te puede llevar varias horas; te alejás de la obra para luego sumergte por diferentes áreas del lienzo. Cuando te sumergís, descubrís nuevos universos, relacionados con los anteriores, relacionados con el todo.
No voy a hablar ahora ni de la biografía ni de la obra de Jackson Pollock, hay mucho material en internet. Sólo quiero contar una historia que leí hace ya varios años y que nunca pude volver a encontrar, así que disculparán la ausencia de la fuente.
Jackson Pollock murió en un accidente automovilístico en 1956 a los 44 años. Sus obras están valuadas en varios millones de dólares. La historia es así: parece ser que varios años después de su muerte, un familiar se presentó ante alguna autoridad o casa de arte, asegurando que había encontrado en alguna parte de su casa, ocultos, varias obras auténticas de Jackson Pollock, de los que nadie sabía de su existencia. Su intención era, pese al gran dolor afectivo que le causaba, venderlas.
Claro, para la entidad que vendería las obras, el problema era, ¿cómo determinar si eran auténticas? La técnica de Pollock consistía en arrojar pintura, y otros elementos, sobre un lienzo apoyado sobre el suelo. Quien pudiera conocer los materiales que había usado y conocer las obras auténticas, no le sería difícil imitarlas. Que un familiar hubiera encontrado las obras ocultas, era una posibilidad con cierto grado de verosimilitud. Pollock había muerto muy joven en un accidente, la historia podría cerrar.
Había varios millones de dórales en juego.
¿Qué hacemos? ¿Compramos? Incluso puede ser un gran negocio para el intermediario, comprar barato y vender caro. Es sólo un ejemplo de los problemas que puede traer mezclar el dinero y el arte.
Autumn Rhythm (Number 30) (1950)
Jackson Pollock (1912-1956)
Parece ser que decidieron hacer una inspección minuciosa de las obras usando computadoras. Primero tuvieron que analizar las obras que ya eran consideradas auténticas, y lo que me encontraron es lo más interesante. Descubrieron que ese aparente caos de pintura, y basura, respondía a patrones, incluso encontraron fractales. Pollock formaba figuras según una lógica, evaluaba cada uno de esos chorros de tinta, se alejaba y volvía a acercarse, corregía hasta que tuviera sentido.
¿Pollock calculaba? Pollock era espontáneo a cuando creaba, no tenía borradores ni planes, sólo se dejaba llevar; pero se pueda ver o no, esas obras que aparentan caos, responden a un orden. Es posible que no pudiera explicar las razones de sus decisiones, pero lo cierto es que Pollock tomaba decisiones.
Es ese orden el que nos atrae, ese orden que estamos buscando en medio del caos.
Cuando creamos, hay elementos que aparecen más allá de la voluntad consciente del creador. Si el artista es bueno, esos elementos serán buenos; si es genial, serán geniales.
¿Cómo se logra? Entrenando. Haciendo mucho, revisando, haciendo más y mejor, evaluando. Es un proceso que nunca termina. Es simple, pero sólo se adquiere con mucho trabajo. Mucho trabajo, no es genialidad, ni es inspiración, mucho trabajo es sólo eso, y es alcanzable por todos.
De vuelta, ¿qué pasó con el dilema? Bueno, tengo la respuesta, pero me parece que es irrelevante. Lo más importante es que eso que parece caos, en realidad puede ser que tenga un orden; y que si tu intención es crear una obra maestra que cambie la historia, sólo podés conseguirlo con mucho trabajo.
Conclusión
Tal vez, lo más mágico del arte resida en que no sólo sea una manera de trabajar sobre las contradicciones de quien lo crea, sino que también en las contradicciones de quién lo recibe. Tchaikovsky estaba lleno de contradicciones, y las sufría, y se escuchan en su música. Beethoven de ninguna manera era menos creativo y lidiaba con sus contradicciones de manera distinta. ¿El resto de nosotros? Estemos atentos, es probable que por algún lugar nuestras contradicciones salgan. Que sea de manera creativa, es lo más sano.