Por Ignacio Manzo
Ojalá ya hayas disfrutado de esta escena, a mi me encanta. Si no lo hiciste todavía, no te la pierdas. Te propongo que mires una escena de la película El Lobo de Wall Street (2013) de Martin Scorsese prestándole mucha atención al sonido. No quiero que le pongas el foco el detalle, ni siquiera me interesa el diálogo en sí (de hecho, es preferible prefiero que escuches el sonido de los diálogos y no el sentido de las palabras, por eso no estoy incluyendo los subtítulos); quiero que uses una especie de atención flotante, y vayas siguiendo algo que podríamos llamar la “tensión” como opuesto del “reposo”.
Sería más o menos así: Jordan Belfort, el personaje principal (interpretado por Leonardo DiCaprio) nos cuenta en off, con tranquilidad, que hay una situación determinada. De fondo se escuchan gritos. Hay tensión. Seguilo en el video:
Esto que estás haciendo es escuchar el sonido de la escena como si se tratara de una composición musical. La tensión y el reposo son opuestos, pero no son absolutos, hay gradientes. La tensión puede ir creciendo, puede haber descensos que parecen tender al reposo, pero no hacen otra cosa que prepararnos para una tensión mayor.
Ahora, la escena completa:
¿Y ese final? Parece absurdo. Es un gran ejemplo de cómo manejar la tensión y el contraste, y que de repente, sin demasiada explicación, suceda algo inesperado.
Te propongo que la próxima vez que escuches alguna obra, intentes seguirla de una manera similar, prestando atención a cómo se genera tensión y cómo se disipa. Si tenés chance, contame cómo te resulta.